Abracanada

Poemas que permanecen inéditos y conforman el tercer libro de Teny Alós

23.10.06

Poemas



Crecen
como presentimientos.

Crecen
en los postigos del azar,
en el goteo de los sahumerios,
camino al almacén.

Crecen
como lunas llenas.

Como manzanas,
como risas,
como canciones de radio.

Crecen
en las propagandas,
en los recreos,
al desperezarse.

Crecen
como contrabandos.

Como sombras,
como ladridos,
como preguntas.

Crecen,
sin control.

En silencio,
los acurruco;
en silencio,
les ausculto las noches.

Me declaro culpable de ellos.

Prisionero
de sus necesarias valentías.

Condenado a la buena praxis.

Reo
de las preguntas que no haré,
de las que no voy a contestar.

Me abismo
en esas voces.

Crucifico algún sueño.
Cierro los ojos.

Y siguen creciendo.

22.10.06

Prólogo


La única educación literaria que me excita es la combinación, sin orden ni disciplina, de la lectura persistente y la escritura como deporte sin respeto por los estereotipos culturales.
Abracanada es hijo de un padre neurótico. Para hacer un diagnóstico más preciso acerca del autor podría decirse que el padre de la criatura es alguien castamente relacionado con el crimen.
Hace años fue definido, por un empleado de cultura, como un vándalo. Otros artistas de provincias lo han considerado un depravado. Aficionados a la literatura han confiado que lo que se comenta en el pequeño círculo de habitués contemporáneos es que se trata de un pendenciero. Un provocador sin estribos.
Este es, sintéticamente, el autor de Abracanada. Se hace llamar Teny Alós y, a la fecha, ha publicado por su cuenta dos libros. Uno se llama Poemas y el otro, Radio Chaplin. Ambos profusamente olvidados.
Abracanada, entonces, es la tercera obra terminada del sujeto en cuestión.
Podría definirse a Abracanada como una serie de notas e imágenes que se columpian dando una oportunidad a afectos muy primarios y a la objetivación salvaje de hechos que un individuo vive y procesa pacientemente a través de la inconsciencia.
Furia de la concepción. La palabra ocupa aquí un lugar preponderante como imbricación entre el silencio, la unidad morfológica y el ruido ambiente. Así, el contacto con otros sonidos va dotando significativamente de sentido y contexto a la libre sugestión del poeta.
El descorrerse permanente del telón sintáctico deja poco espacio para la especulación interpretativa en tanto y cuánto ésta tenga una pretensión universal. Los tipos de variación lúdica impuestas por el autor impiden pensar en una verdad alrededor de la cual gire cada poema, ya que éstos se sumergen y nadan en la subjetividad del lector con el anzuelo bien atento.
Acordaremos, entonces, que la propuesta del autor es impedir la clasificación de sensaciones en primaveras y otoños, en redondos y cuadrados, en hermosos y horribles.
A riesgo de cruzar toda frontera artística, la premisa libertaria con que ha sido construida la presente obra, se muestra mucho más tensa a medida que nos acercamos al tono poético, al trabajo rítmico con que las palabras van encontrando su cauce antinatural. Se adivina la persecución de una finalidad unitaria: la fricción entre sonido y significado con un mínimo capital inicial en metáforas. La poesía va, tímidamente, raspando los contornos coloquiales de sus feroces elementos hasta traducir los enigmas sagrados de toda poesía.
Se ingresa así en una espiral ascendente sin otro sentido que producir la suficiente adrenalina artística como para eclipsar la razón matemática y producir la duda. Ese vaho previo a la consumación poética de toda obra de arte.
Se puede no estar de acuerdo con los conceptos aquí vertidos pero no puede negarse que lo que se construye con la lectura de estos poemas es subjetividad pura. El poeta se pinta la cara para que el lector se mire en su propio espejo.
La geometría de esta poesía provoca la pérdida de las nociones básicas de equilibrio racional que estigmatizan los esquemas tradicionales: blanco/negro, arriba/abajo, derecha/izquierda. El orden a establecerse en Abracanada es el sentimiento que baraja decimales de una logicidad a medida del lector: aquí el azul tiene sabor a banana, se sube hacia dentro, se sostienen recuerdos con las pestañas, se recorren melodías saladas, se ve detrás de las cortinas, esa mujer que viene hacia vos se aleja cada vez más, la luna baila para el que está atento a esa música lunar.
Ya podés entrar, la puerta está abierta. No hace falta decir palabras mágicas porque aquí la magia, definitivamente, se apoderó de las palabras.

Pepe Suono